Me comí todo; ¿Qué hago?
*Por Lic. Diego Sívori – MNº 4870 – UBA
Los Domingos en familia suelen tener como reina de la mesa a las grandes comilonas. Producto de las empanaditas caseras que traen los tíos, las pastas y la salsita de los abuelos que se pusieron la diez y vos que llegás con tu familia y helado de postre.
El Domingo termina convirtiéndose en un exceso de calorías que hacen que el esfuerzo de la semana se eche a perder.
Ahora bien, si te comiste todo el fin de semana, lo importante es no perder la calma y darle una oportunidad al Lunes para arrancar con todo. Un error muy común suele ser proponerse no comer nada durante todo el día. Quizás esta postura poco saludable y muy sacrificada puedas mantenerla hasta la tarde. Momento en el que llegas a casa muerto de hambre y arrasas con todas las sobras del día anterior.
Por eso es aconsejable evitar estas estrategias compensatorias que no pueden sostenerse y terminan haciendo que metas la pata y comas el doble. A su vez tu cuerpo no recibe de la misma manera abundantes comidas espaciadas en el tiempo, que pequeñas porciones fraccionadas a lo largo del día. Es por esto que es importante realizar todas las comidas principales sin saltearse ninguna. Arrancar el día con un desayuno, realizar un almuerzo al mediodía, merendar por la tarde y cenar en la noche. De esta manera disminuyen las ansiedades relacionadas con la comida y se evitan los ayunos prolongados que dan mucha hambre y dificultan la toma de buenas decisiones en cuanto a qué comer. La panza llena y el corazón contento hacen que uno pueda ir planificando tranquilamente qué va a prepararse en la siguiente comida sin necesidad de arrasar con lo que se encuentre delante nuestro.
Otras estrategias son frezar las sobras del día anterior para evitar tentaciones y continuar comiendo en exceso; y salir a caminar, pasear en familiar o llevar a los chicos a la plaza a jugar para poder utilizar parte de la energía extra ingerida que el cuerpo guardó.
15 de enero, 2020